Dicen que el vuelo de Katmandú a Paro, en Bután, es uno de los más adrenalínicos del mundo. El piloto tiene que aterrizar entre montañas de 5.000 metros y a 2.237 metros de altitud. La maniobra es complicada, y solo los nueve pilotos de la compañía nacional Drukair tienen permiso para hacerla. / Videorreportaje publicado por www.elpais.com.