El Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas (SEPLA) quiere pedir prudencia a la hora de sacar conclusiones del informe preliminar del accidente del MD83 de Air Algérie –operado por la aerolínea española Swiftair- que se estrelló en Malí el 24 de julio de 2014.
La interpretación dada por algunos medios de comunicación en base a los datos obtenidos en el informe resulta sesgada y parcial, y en nada ayuda a la mejora de la seguridad aérea, que es el fin último de este tipo de investigaciones.
El informe, publicado por el Buró de Investigaciones y Análisis para la Seguridad de la Aviación Civil de Francia, es un informe provisional, donde se explica el estado de la investigación que, por el momento, está centrada en intentar determinar las causas que produjeron que los valores de EPR (los que determinan la potencia que suministran los motores de la aeronave) no fueran los idóneos para las condiciones de vuelo en que se encontraban, produciendo como consecuencia una entrada en pérdida del avión. A día de hoy, no se ha podido determinar si las protecciones antiengelamiento de las sondas de los motores habían sido activadas por la tripulación o no.
SEPLA considera que señalar las posibles causas del accidente en una fase tan preliminar de la investigación es contraproducente para los fines de la misma, ya que crea entre la opinión pública una expectativa que posteriormente puede resultar falsa. Además, resulta especialmente dañina la publicación indiscriminada de los nombres y apellidos de los dos pilotos del vuelo, tanto para las familias como para el resto de víctimas del accidente.
El accidente de Swiftair en Malí cuenta con un precedente muy similar, ocurrido en Venezuela en 2005. En circunstancias meteorológicas prácticamente idénticas, un MD 83 de la compañía West Caribbean Airlines entró en pérdida en plena tormenta. El informe no contempló la hipótesis de engelamiento por cristales de hielo como causa probable de aquella entrada en pérdida, ya que dicha hipótesis apareció por primera vez en el accidente de Air France en 2009.
La investigación del accidente de Venezuela no supo establecer las causas del mismo e imponer medidas para evitar accidentes similares en el futuro. Un escenario que no es novedoso en España, donde las autoridades de investigación de accidentes fallaron a la hora de identificar las deficiencias del sistema cuando, en 2007, un McDonell Douglas de la compañía MapJet estuvo a punto de estrellarse en Lanzarote por un fallo en la alarma de configuración errónea de despegue, que no sonó. Un año más tarde, 154 personas murieron en las pistas de Barajas por el mismo fallo en un avión de Spanair.
SEPLA recuerda que el fin último de toda investigación técnica de accidentes es el de identificar todos los factores que han contribuido a que la cadena de seguridad se rompa y se produzca el siniestro, con el fin de proponer medidas y tomar acciones para prevenir que se repitan.
Por eso resulta contraproducente señalar el error humano como único factor causante de un accidente. Los pilotos son el eslabón último en la cadena de seguridad, y es imprescindible que se analicen los condicionantes que les pueden llevar a cometer un error, para evitarlos en el futuro, en vez de limitarse a señalarlos como culpables del siniestro.
Por último, SEPLA quiere hacer hincapié en que la filtración de datos personales e identificativos de los pilotos fallecidos no sólo contraviene la normativa internacional, sino que resulta una violación intolerable de la privacidad personal y profesional.
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