2017 se ha cerrado con extraordinario e histórico récord para la aviación comercial en lo que se refiere a siniestralidad ya que solo se han contabilizado 44 muertos, una cifra extraordinariamente baja.
El dato lo aporta la Aviation Safety Network (ASN), vinculada a la Flight Safety Foundation, que se dedica a contabilizar el número de muertes que ocasionan los accidentes aéreos entre sus usuarios, excluyendo la muertes de terceras personas.
Ese es el caso del primer accidente ocurrido en 2017, cuando un Boeing 747 de carga se estrelló en una zona habitada próxima a un aeropuerto de Kirguizistán. Entonces fallecieron los cuatro ocupantes del avión y 35 habitantes del municipio vecino al aeropuerto. La ASN no ha contabilizado estas muertes, únicamente las de la tripulación.
En 2017 no se produjo la destrucción en vuelo de ningún fuselaje de avión equipado con motores a reacción, dedicado al transporte de pasajeros, que se saldase con la muerte de alguna persona. El último avión siniestrado de esta tipología es el Avro 146-RJ85 que se estrelló el 28 de noviembre de 2016 cerca de Medellín cuando transportaba el equipo brasileño de fútbol Chapecoense. En este accidente fallecieron 71 personas.
La mayoría de aviones implicados son de pequeño tamaño, monomotores y bimotores turbohélice, como el Cessna 208B Caravan que se accidentó el último día de 2017 en Costa Rica (12 muertos) o el ATR 42-500 que cayó cuando despegaba de un aeropuerto canadiense el pasado 13 de diciembre (1 muerto).
La ASN destaca que en 2017 volaron 4.100 millones de pasajeros en 63,8 millones de vuelos, con lo cual el índice de siniestralidad ha sido bajísimo. Los datos de la ASN deben ser corroborados los próximos días por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) y la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), que darán a conocer sus estadísticas sobre siniestralidad los próximos días.