Volar en primera clase es un auténtico placer (pero todo lo bueno buenísimo se paga) por la comodidad, amplitud, servicio, gastronomía, entretenimiento a bordo y simpatía que no tiene casi nunca nada que ver con los asientos en la clase turista. Otra de los privilegios a añadir es la posibilidad de esperar la salida del vuelo desde la sala VIP. / Este artículo se puede leer en el blog www.soniagraupera.blogspot.com.es.