Al otro lado de la cortinilla está el paraíso. De este lado, asientos menguantes, insípidos menús de bandejita o caros bocadillos y pantallas diminutas.
De aquel, camas con sábanas de seda, televisiones de plasma y platos a la carta preparados por un chef en el momento que uno desee. / Este reportaje se puede leer en www.elpais.com.