En 2016 se produjeron en España 31 accidentes aéreos en los que se vieron implicados 28 aviones y tres helicópteros de la aviación general, tanto en vuelos privados como en diversos trabajos aéreos.
Esta siniestralidad comportó la muerte de 21 personas, de las que 19 eran ocupantes de aviones y dos de un helicóptero biplaza, según datos recogidos por la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de la Aviación Comercial (CIAIAC).
El año pasado fue especialmente trágico ya que 10 muertes se produjeron en tres accidentes que tuvieron un mismo factor: el impacto del avión contra un buitre. Estos accidentes sucedieron en las provincias de Cuenca, Madrid y Navarra. Estos accidentes comportaron que a principios de agosto, la Agencia Española de Seguridad Aérea (AESA) emitiese una serie de recomendaciones para que las tripulaciones de aviones ligeros eviten el impacto contra aves.
En los 31 accidentes de la aviación general, 18 personas sufrieron heridas de diversa consideración, mientras que 42 resultaron ilesas.
De estas personas, ocho eran ocupantes de un globo aerostático y otras ocho miembros de una brigada que se dirigía a apagar un incendio forestal en un helicóptero que volcó al realizar un aterrizaje de emergencia.
La siniestralidad de 2016, contrasta con la de 2015, cuando solo se contabilizaron nueve muertes en España.
Incidente entre un Boeing 737 y un parapentista
En esta información no reseñamos la estadística de los incidentes relacionados con la aviación comercial. Sin embargo, merece destacarse un suceso bastante inclasificable, pues afectó a un Boeing 737 de Norwegian y un parapentista en Málaga.
Según el informe de CIAIAC, el suceso se produjo el 12 de marzo de 2016, cuando el avión se aproximaba al aeropuerto de Málaga. Cuando volaba a unos 7.000 pies de altura y la tripulación ya había desconectado el piloto automático vieron lo que inicialmente les pareció un ave. Sin embargo, dos segundos después identificaron que era un parapente. «Intantáneamente hice un viraje a la derecha de 30º de alabeo para evitar la colisión. El parapente hizo asimismo un viraje a su derecha y pasó a menos de 100 metros de nuestra ala izquierda», según relató un piloto a la CIAIAC. A continuación notificaron el incidente a la torre de control.
Se realizó una consulta a la Federación Andaluza de Deportes Aéreos, que informó que en la zona del suceso no se había programado ninguna competición de parapente el día del suceso.
Por su parte, Aena informó que en enero de 2016 fueron remitidas por la dirección del aeropuerto de Málaga «sendas cartas al ayuntamiento de Valle de Abdalajís y a la Subdelegación de Gobierno en Málaga. Se informaba sobre las notificaciones recibidas por parte de tripulaciones de aeronaves acerca de la presencia de parapentes y paramotores en el Valle de Abdalajís, dentro del CTR del aeropuerto de Málaga, con los riesgos que esto representa para la navegación aérea, y se solicitaba la limitación de dichas actividades de vuelo».
En junio y noviembre de 2015 Aena ya había remitido otras comunicaciones similares a las citadas instituciones.
En 2016 se produjeron seis muertes y 25 accidentes de ultraligeros
Por lo que se refiere a la siniestralidad en el segmento de los ultraligeros, en 2016 la CIAIAC tuvo conocimiento de 25 accidentes e incidentes, que se saldaron con seis muertos y 14 heridos de diversa consideración, además de otras 15 personas que resultaron ilesas. Una parte importante de esta siniestralidad se debió a pérdida de potencia del motor en el momento del despegue. Además, en dos casos el siniestro se produjo cuando en el aparato se encontraba el nuevo propietario del ultraligero.
Aterrizaje en la copa de un árbol
Afortunadmente, muchos incidentes tienen un final feliz. Uno de los más sorprendentes ocurrió el pasado 23 de septiembre cuando un Tecnam P92 Echo volaba de Sesma (Navarra) al aeródromo de Garray, en Soria. El piloto notó que cuando llevaba 25 minutos en el aire el motor empezó a perder potencia. en ese momento.
Tras diversos intentos infructuosos para que el motor recuperase un mayor régimen de potencia, optó por hacer un aterrizaje de emergencia. En ese momento volaba sobre nubes bajas. Cuando la atravesó comprobó que estaba sobre una zona boscosa «que no ofrecía ningún área despejada donde efectuar un aterrizaje, por lo que decidió tratar de posar la aeronave sobre las copas de los árboles».
Según el informe, «se aproximó a la zona boscosa y realizó una recogida fuerte para tratar de reducir al máximo la velocidad de la aeronave, consiguiendo que ésta quedase detenida en la copa de un haya, a unos 5 metros de altura sobre el suelo».
«El piloto resultó ileso y pudo abandonar la aeronave por sus propios medios y bajar hasta el suelo. La aeronave resultó con daños importantes que afectaron principalmente a los planos y el empenaje de cola».