Escribo la palabra “aeroplano” y me quedo con la mirada perdida en la pantalla, donde una niebla blanca se disuelve lentamente arrastrada entre un rumor lejano de motores por la corriente de aire de las hélices. Aviones… No hay aventura como la aventura de las máquinas aéreas, en la que a todos los riesgos habituales has de sumar el peligro mortal y constante de caer del cielo. / Este reportaje, escrito por Jacintro Antón, se puede leer en www.elpais.com.