Al finalizar la Gran Guerra, una parte considerable de Europa se encontraba en ruinas y, para más desgracia, quienes soñaban con reanimar la industria se veían frenados por una grave escasez de materias primas. Curiosamente, en grandes depósitos de material se iban almacenando cientos de aeroplanos que ya no eran necesarios para el esfuerzo bélico, verdaderos cementerios de chatarra, triste recuerdo de una guerra de pesadilla. Este artículo se puede leer en Tecnología Obsoleta.