Juan José Calderón Jiménez, que trabaja de tripulante de cabina de pasajeros pero que posee la licencia de piloto comercial de avión, es un pintor autodidacta que plasma en sus lienzos los cockpit de los aviones que seguramente en un futuro cercano podrá pilotar.
Calderón nació en Heredia, población de Costa Rica, hace 29 años. Nos comenta por correo electrónico que «desde los 11 años practico la pintura, debido a que mi tío era pintor artístico y solía sentarme con él a observar su manera de pintar». Decidió imitarle y tuvo la fortuna de que sus padres le apoyaron pues le inscribieron en un taller de pintura, al que continúa asistiendo hoy en día.
A medida que se formaba como profesional de la aeronáutica y empezaba a ganarse la vida en el apasionante mundo de la aviación, escogió como referente de su arte aeronáutico la cabina de los pilotos. Porque fue precisamente durante un vuelo de instrucción que imaginó su primera obra.
«El instructor me preguntó cómo se vería la imagen de una vista aérea que él había fotografiado convertida en un lienzo al óleo». Juan José aceptó el reto, realizó el cuadro y se lo regaló. Se trata de una panorámica aérea en la que aparece el lago Nicaragua y, al fondo, el océano.
En sus posteriores creaciones se centró en pintar con fidelidad los cockpit de diversos aviones. Despegó y desplegó su creatividad con el de un Boeing 777-200, obra que completó en 2013. «Dado que me agrado mucho el resultado final continúe pintando más cabinas, utilizando técnicas al óleo sobre tela, acrílico y tiza pastel».
«En principio era solo una afición, pero con el paso del tiempo se ha convertido en una parte importante de mi vida. Además, he recibido varios encargos de aviadores. Ahora, trabajo en un Embraer 190. Se trata de un cuadro que será propiedad de un comandante que me lo ha encargado».
Juan José Calderón nos comenta que ha pintado las cabinas del Boeing 737, Boeing 777, 787, Airbus A320, A319, y Embraer 190 y que, obviamente, «por razones laborales me dedico a la pintura en mis tiempos libres».
«En cada obra puedo invertir entorno a 150 horas aproximadamente de trabajo, por lo que sí me toma un lapso grande en terminar los cuadros». Por este motivo su producción pictórica es densa pero reducida en cantidad: por ahora ha completado 12 cuadros.
«Realizo cada obra sin descuidar el más mínimo detalle, con la misma cantidad de botones, switches, y paneles como en una cabina real, lo cual le da a la pintura un efecto de realismo. Es sin duda increíble lo que nuestras manos y la mente pueden llegar a crear si nos lo proponemos y lo convertimos en una realidad», nos comenta este destacado profesional costerricense de la aviación, que condensa su pasión por la aviación reflejando las ‘oficinas’ de los pilotos y sus incomparables vistas aéreas.