El vehículo experimental de la Agencia Espacial Europea (ESA) Intermediate eXperimental Vehicle (IXV) está listo para su misión de lanzamiento y reentrada el próximo 11 de febrero. El lanzamiento lo realizará un cohete Vega desde la Guayana Francesa. La misión tendrá una duración de 100 minutos.
La misión IXV demostrará tecnologías necesarias para proporcionar a Europa la capacidad de reentrar en la atmósfera, y un punto de partida para el desarrollo de sistemas de transporte espacial reutilizables. Se validarán distintos diseños de fuselajes de sustentación, que incorporan tanto la simplicidad de las cápsulas como las ventajas de los vehículos con alas –más controlables- de cara a los aterrizajes de precisión.
La ESA ha logrado poner naves en órbita, atracarlas automáticamente con objetivos activos o no, e incluso hacerlas aterrizar en objetos muy distantes en el Sistema Solar. Aprender a regresar a Tierra de forma autónoma, y aterrizar controladamente, abre un nuevo capítulo para la Agencia.
Se trata de una capacidad esencial para desarrollar lanzadores con etapas reutilizables, para poder traer a la Tierra muestras recogidas en otros planetas o para facilitar la vuelta de la tripulación, así como para futuras misiones de observación de la Tierra, de investigación en microgravedad y de mantenimiento o retirada de satélites.
Los resultados iniciales del vuelo se harán públicos, previsiblemente, unas seis semanas después del lanzamiento.
Programa Pride
Los resultados se introducirán en el Programa Pride –acrónimo de Programa para un Demostrador Reutilizable En Órbita-, que está siendo desarrollado con fondos asignados tras los dos últimos Consejos de la ESA a nivel Ministerial. El vehículo reutilizable Pride sería lanzado con el lanzador ligero europeo Vega y, tras su estancia en órbita, aterrizaría automáticamente en una pista.
Tras su separación de Vega 320 kilómetros sobre la superficie terrestre, el vehículo experimental –de dos toneladas de peso- se elevará hasta los 450 km para posteriormente bajar para la reentrada. Está equipado con sensores convencionales y avanzados, que tomarán una gran cantidad de datos.
El vehículo IXV deberá ralentizar su vuelo, pasando de velocidades hipersónicas a supersónicas, y desplegar un paracaídas multietapas para frenar aún más el descenso. Caerá en el océano Pacífico, donde globos de flotación lo mantendrán a flote. Una nave lo recuperará para un análisis detallado.
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