La Fuerza Aérea Boliviana ha elegido la potente última versión del AS 332 C1e Super Puma para combatir el narcotráfico, cumplir tareas de seguridad civil y de apoyo a la población a lo largo del país. El contrato incluye un paquete logístico para dar sostenibilidad a la flota en los próximos años. La entrega de los primeros helicópteros tendrá lugar este año y los otros cuatro de aquí al 2016.
La firma de este contrato confirma la voluntad ya expresada por el presidente Evo Morales durante su encuentro con el presidente de Francia François Hollande en Nueva York en septiembre del pasado año. La compra permitirá a la Fuerza Aérea Boliviana renovar y potenciar su flota con helicópteros dotados de la más moderna tecnología. El contrato incluye también un paquete logístico de apoyo, que tiene como objetivo dotar a la FAB con los medios y conocimientos necesarios para garantizar una alta disponibilidad de su flota de helicópteros.
Estos helicópteros se dedicaran principalmente a la lucha contra el narcotráfico, y cumplirán también misiones de defensa civil y apoyo a la población en caso de desastres naturales. El general Meneses subrayó que «considerando las condiciones extremas de operación en Bolivia, la elección del modelo Super Puma fue también motivada por su versatilidad, seguridad, y por su capacidad de operar en regiones de gran altitud».
La relación entre Airbus Helicopters y la Fuerza Aérea Boliviana se inició hace varias décadas con los modelos Lama y el Alouette. Hoy en día operan el Ecureuil AS350 B3 y desde el año pasado también dos EC145 dedicados al transporte de autoridades y apoyo a la población.
Centro de mantenimiento
Con esta nueva adquisición, la Fuerza Aérea Boliviana se verá beneficiada de un programa de transferencia de tecnología que incluye la capacitación de más de 80 técnicos y pilotos, tanto en Francia como en Bolivia y contará con el suministro de herramientas especiales.
Estos utensilios son necesarios para el establecimiento de un centro de mantenimiento principal, donde se realizarán visitas intermedias (cada 500 horas) y dos bases operacionales que permitirán hacer revisiones menores (100 horas), siendo el objetivo que las FAB dispongan de una autonomía estratégica.