
La cruzada contra la Ciencia y el cambio climático de la nueva administración del presidente de los Estados Unidos Donald Trump acaba de llegar a la NASA. Según han publicado diversos medios de comunicación, se ha despedido a la investigadora del clima Katherine Calvin, científica jefa de la agencia.
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Su nombramiento tenía por finalidad asesorar a los líderes de la NASA sobre programas científicos e inversiones relacionadas con la ciencia. En total, una veintena de puestos se verán afectados en la agencia espacial estadounidense. La NASA ha informado hoy que cerrará la Oficina de la Científica Jefa Katherine Calvin, así como la Oficina de Tecnología, Política y Estrategia, y la División de Políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión dentro de la Oficina de Diversidad. En total hay unas 20 o 23 personas afectadas, según informan Le Monde y Nature.com.
Katherine Calvin, una brillante científica de unos cuarenta años, fue designada para su cargo en 2022 por el expresidente Joe Biden para asesorar a los líderes de la NASA sobre programas científicos e inversiones relacionadas con la ciencia. También fue asesora principal de la Agencia en materia de clima. Esta investigadora, especializada en el uso humano de los recursos naturales (tierra, agua, energía, etc.) es también copresidenta del grupo 3 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), dedicado a aportar soluciones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
A finales de febrero, la administración republicana le prohibió participar en la última sesión plenaria de la institución de la ONU en China. La NASA también desmanteló el equipo técnico que la ayudaba a dirigir el Grupo 3, lo que compromete el desarrollo del próximo informe del IPCC sobre la limitación de las emisiones de carbono.
La Oficina del Científico Jefe de la NASA existe desde 1982, según una información del New York Times. La Oficina de Tecnología, Política y Estrategia se creó en 2021 para proporcionar un análisis rápido sobre temas transversales, como el establecimiento de una gobernanza global en torno a las actividades futuras en la Luna.
Su despido es una consecuencia de las directivas del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) que lidera el magnate Elon Musk, que están realizando recortes drásticos a las agencias federales de Estados Unidos. Musk está involucrado en el negocio aeroespacial a través de su empresa SpaceX. «Hemos comenzado a implementar una reducción gradual de personal”, dijo la administradora Janet Petro en un memorando a los empleados. Si bien esto implica ajustes difíciles, lo vemos como una oportunidad para reformular nuestra fuerza laboral (…) al tiempo que brindamos a los ciudadanos estadounidenses una agencia eficaz.»
Los despidos se producen en medio de especulaciones de que la Casa Blanca está planeando reducir a la mitad el presupuesto científico de la NASA. Una reducción de este tipo, que tendría que ser validada por el Congreso, no tendría como consecuencia otra cosa que la «extinción de la ciencia y la exploración espacial en Estados Unidos», según la ONG The Planetary Society.
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‘Cacería de brujas’
«El papel de la NASA en la vigilancia de la Tierra es esencial», advierte la paleoclimatóloga Valérie Masson-Delmotte, ex copresidenta del Grupo 1 del IPCC, que se dice «conmovida» por el «trato humillante y brutal» reservado a los investigadores estadounidenses. Teme que la cooperación científica internacional y el intercambio de datos sobre la atmósfera y el océano se vean afectados, en particular si la agencia se reorienta hacia la exploración de Marte en detrimento de las ciencias de la Tierra. El climatólogo también teme que esta «caza de brujas» afecte al Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, uno de los laboratorios de ciencias del clima más antiguos y grandes del mundo.
Según informa el diario francés Le Monde, un científico estadounidense de la NASA del campo de la astrofísica acaba de presentar hace pocos días su solicitud al programa «Safe Place for Science», creado por la Universidad de Aix-Marsella para acoger a investigadores que no pueden trabajar en Estados Unidos.
«No quiere que se mencione su nombre por miedo a represalias», afirmó el presidente de la universidad, Eric Berton. La institución, que ya ha recibido 45 solicitudes de científicos que trabajan en Estados Unidos, prevé acoger a unos quince investigadores con un presupuesto de entre 10 y 15 millones de euros durante tres años.