Los suizos se oponen en el referendum celebrado ayer que el país compre 22 cazas Gripen

Saab Gripen / Foto: Wikipedia
Saab Gripen / Foto: Wikipedia

Sometida a escrutinio este domingo, la compra de aviones de combate Gripen Saab fue rechazada por el pueblo con un total de 53,4% de los votos en contra, en el epílogo de una larga y tortuosa campaña. El costo de la operación ascendía a 3.100 millones de francos y contaba con el apoyo total del ministro de Defensa, Ueli Maurer.

La oposición no procedía únicamente de agrupaciones pacifistas y de los partidos de izquierda. Desde el principio, una comisión parlamentaria, diversos grupos de presión, pilotos de la armada del aire, la mayoría de los medios de comunicación e incluso los presidentes de los principales partidos de centro-derecha criticaron ampliamente el procedimiento de evaluación y selección del Gripen sueco en comparación con otros competidores en la carrera, a saber, el francés Rafale y el Eurofighter europeo.

Comprar aviones de combate no es una sinecura

Nada nuevo bajo el sol: una mirada retrospectiva permite constatar que prácticamente todos los proyectos similares han dividido profundamente y han sido muy controvertidos. Los acalorados debates en torno a la compra de los aviones del grupo sueco Saab recuerdan que la historia de la aviación Suiza ha estado llena de escándalos desde su creación, hace cerca de 100 años.

Esas controversias tampoco son una peculiaridad suiza, señaló Roman Schürmann, autor de un libro sobre la historia de la aviación militar suiza, durante una entrevista con swissinfo.ch a finales de 2012.

“Prácticamente todas las adquisiciones de aviones de combate se han convertido en melodramas. Han dado lugar a discusiones épicas al nivel político, en los medios de comunicación y entre la población”, afirmó el también periodista del semanario de izquierda en alemán, Wochenzeitung.
Mucho dinero

Los importantes montos en juego y la implicación emocional de los actores son las principales razones de la recurrencia de estas controversias. La aviación militar y sus proezas técnicas fascinan a una parte de la opinión pública, señaló Schürmann. “Pero más que eso, son los factores económicos y financieros, así como el contexto político, los que siempre han jugado un papel clave”.

Durante la preparación de su libro, Roman Schürmann quedó sorprendido por la manera tan crucial en que el monto de la compra impactaba la decisión política, en detrimento de las estrategias militares. Y no solamente a la izquierda del espectro político. “El aspecto financiero ha sido siempre la prioridad y la adquisición del Gripen no es una excepción a la regla”, dijo.
Profesor emérito de Historia en la Universidad de Lausana, otrora piloto de la armada del aire, Hans-Ulrich Jost concedió una entrevista a swissinfo.ch también a finales de 2012, en la que reducía el historial de las compras de aviones de combate a “melodramas populares que mantienen al público en vilo durante un tiempo”.

Subrayó también la confusión que ha existido siempre entre los poderes político y militar, especialmente en los años 1960. “No podemos evitar sentirnos impresionados por la ingenuidad, sencillez, ignorancia de hechos y confusión conceptual de los protagonistas”. Diez años más tarde, las diferencias de opinión condujeron a la cancelación de un contrato para la compra de aviones de caza estadounidenses Corsair.

Difíciles comienzos

Desde los primeros intentos, en 1913, la adquisición de aviones de combate estuvo sembrada de escollos. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, una colecta nacional permitió recaudar suficientes fondos para la compra de una docena de aviones de combate. Pero, finalmente, la totalidad del dinero fue dilapidada en los gastos de los viajes y los vuelos de prueba.

En 1929, cuando Suiza adquirió realmente sus primeros aviones de combate, la emoción era intensa. Ciertamente, los costos suscitaron algunos debates, pero los sindicatos en particular, expresaron su entusiasmo ante la perspectiva de la creación de puestos de trabajo para el ensamblaje de los aviones franceses con licencia suiza.

La compra de los Messerschmitt alemanes durante la Segunda Guerra Mundial fue muy controvertida. En cuanto al intento de Suiza de construir sus propios aviones de combate, concluyó abruptamente a finales de 1950, poniendo fin al sueño de una industria de la aviación militar similar a la de Suecia, otro país que exhibe orgulloso su neutralidad.

En ese momento, el Gobierno se vio obligado a retirar una orden de casi 100 máquinas P-16 de una empresa privada en el este de Suiza. La decisión -que causó un gran pesar entre muchos apasionados de la aviación- se adoptó tras el accidente de dos prototipos en el lago de Constanza. “Se hizo evidente que la construcción de aviones militares era demasiado cara para un país pequeño como Suiza”, afirmó Roman Schürmann.
El escándalo de los Mirage

El hecho más espectacular, sin embargo, se registró durante la compra de los aviones franceses Mirage, a principios de 1960. Sobrecostos masivos llevaron a una reducción significativa en los pedidos y, finalmente, a la renuncia del ministro de Defensa.

“El escándalo de los Mirage tuvo un impacto más allá de la historia militar. Una política más realista sustituyó desde entonces el concepto de fuerzas militares con un potencial ofensivo”, explicó Roman Schürmann. El escándalo llevó también a una reforma del sistema de adquisiciones. “El proceso de evaluación se volvió más transparente y profesional”, puntualizó el periodista. Jost estimó igualmente que la evaluación técnica se ha mejorado desde ese episodio.

Sin embargo, la historia militar suiza conoció una excepción, durante la compra de los 160 cazas británicos Hunter, a finales de 1950. Fueron adquiridos sin muchas protestas y a un precio relativamente modesto. “Se trataba de un avión fuerte relativamente bien adaptada al contexto suizo”, explicó Hans-Ulrich Jost.
Ministro imperturbable

Previo a este 18 de mayo, el ministro de Defensa, Ueli Maurer, parecía imperturbable a cualquier crítica sobre la elección de los Gripen. En numerosas ocasiones defendió pacientemente el producto con el argumento de que cumplía con todas las exigencias militares.

“Se trata de una solución pragmática de Suiza que nos permite utilizar el dinero de los contribuyentes de manera efectiva”, dijo. Al referirse a la historia aérea del país, el ministro subrayó que todos los procedimientos de evaluación han tomado algún tiempo.

Roman Schürmann estimaba a finales de 2012 que las controversias no van a desaparecer de un plumazo. “La trilla publicitaria continuará hasta la votación, pero no creo que llegue al nivel de controversia que se produjo en torno a la compra de los Mirage, de los F/A18 en la década de 1990 o de los P-16”.

Texto: Urs Geiser – Publicado por www.swissinfo.ch
Traducción y adaptación, Marcela Aguila Rubín

Comparte esta noticia