Andreas Lubitz padecía problemas psíquicos y físicos que Germanwings desconocía

Andreas Lubitz, copiloto del avión siniestrado, en su perfil de Facebook, que se ha eliminado
Andreas Lubitz, copiloto del avión siniestrado, en una foto de su perfil de Facebook, que se ha eliminado

El pasado fin de semana la secuencia de noticias entorno a la vida y la salud del copiloto Andreas Lubitz, han dibujado un inquietante panorama en el que la seguridad aérea sale malparada.

Por una parte, ha quedado claro que las medidas de seguridad para blindar la cabina de los pilotos de un ataque terrorista o de un perturbado se han vuelto en contra de todos los pasajeros cuando precisamente es el perturbado el que está a los mandos del avión y se queda momentáneamente solo en la cabina.

En efecto, los datos divulgados este fin de semana trazan la imagen de un Andreas Lubitz que tenía una notable cantidad de fármacos antidepresivos en su domicilio, cuando se supone que un piloto profesional goza de una excelente salud.

Al parecer, además, tenía problemas de visión -se ha informado que había perdido el 30%- lo cual le abocaba a perder la licencia del piloto el próximo mes de junio ya que para esa fecha tenía programada una revisión médica a cargo de la compañía.

Restos del A320 de Germanwings
Restos del A320 de Germanwings

Por tanto, si Andreas Lubitz tenía severos problemas físicos y psíquicos, si el día del accidente estaba formalmente de baja, posiblmente se deba a que se ha detectado una laguna en la seguridad aérea. Un fallo o una laguna que no tiene ninguna relación con los sofisticada tecnología aeronáutica, sino en algo más prosaico como son los controles médico sanitarios que recaen sobre los pilotos profesionales. Todo apunta a que la confidencialidad de los datos médicos se ha vuelto en este caso en contra de la seguridad aérea.

Si se comprueba que Andreas Lubitz decidió acabar con su vida y la de los 149 ocupantes del avión de Germanwings porque estaba abocado a perder la licencia de piloto y ver truncado su objetivo de ser comandante de Lufthansa, la compañía podría verse obligada a pagar indemnizaciones más elevada de lo estipulado para casos de muerte por accidente aéreo.

Según la Convención de Montreal de mayo de 1999, la indemnización por fallecido en un accidente aéreo es de 145.000 euros, si el siniestro lo ocasiona un fallo técnico. Pero esta cantidad se incrementa si intervienen otros factores. Entonces, se tiene en cuenta la situación de cada fallecido, como es su edad, sus ingresos y sus perspectivas laborales, su situación familiar, que pueden dar lugar a incrementos adicionales. Según informa Air Journal, una valoración global «modesta» de todas las víctimas podría elevar las indemnizaciones a unos 30 millones de euros.

Pero si se determina una responsabilidad directa de Lufthansa en el siniestro, las indemnizaciones aún podrían ser más elevadas. El grupo Lufthansa tiene contratadas pólizas de seguro con la compañía Allianz.

Por este motivo, la investigación del accidente previsiblemente deberá clarificar si existió negligencia por parte de la compañía, en lo referente a si pudo conocer el estado real de salud de Andreas Lubitz y, por tanto, haberle dado de baja e impedido que se pusiese a los mandos del A320 de Germanwings.

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