Los drones, a los que desde hace pocos años se les augura un futuro esplendoroso, generador de negocios y oportunidades de empleo, irrumpieron ayer como una herramienta susceptible de ser usada para actos de gamberrismo y de alteración del orden público.
La irrupción de un drone ayer en el estadio del Partizán de Belgrado, cuando se jugaba el partido de alto riesgo entre las selecciones de Serbia y Albania para la clasificación de la Eurocopa de 2016, fue el detonante de disturbios en el campo de juego, enfrentamientos entre los jugadores y la posterior suspensión del partido.
El motivo se debió a que del drone colgaba una pancarta con los rostros de los precursores de la denominada Gran Albania. Toda una provocación en la capital serbia, que antaño persiguió con sña a los albano-kosovares. Un jugador serbio logró coger y descolgar la pancarta, pero jugadores albaneses se le enfrentaron, generándose una tangana. Instantes después irrumpieron en el campo de juego aficionados serbios que golpearon a los alabaneses, que tuvieron que abandonar a la carrera el campo de juego.
Con acierto, hoy algunas televisiones han informado del suceso en la sección de noticias internacionales y no en el apartado de deportes, al tener el conflicto una motivación política.
Según las informaciones que se han publicado, la policía ha detenido a Olsi Rama, hermano del primer ministro albanés, que se encontraba en el palco de autoridades y al que se considera instigador del suceso.
Conviene recordar que Kosovo, donde viven 1,8 millones de personas de cultura y tradiciones albanesas, formó parte de Serbia hasta 1999, cuando fue invadido por la OTAN para frenar la limpieza étnica que llevaban a cabo los serbios en Kosovo. El territorio pasó a ser protectorado de la Unión Europea y protegido de Estados Unidos hasta que en 2008 los políticos de Kosovo declararon de forma unilateral la independencia.
A buen seguro que la aparición del drone ayer en el partido de fútbol pasará a la historia de los dos países, máxime cuando la visita que debe realizar los próximos días el primer ministro albanés a Serbia -después de 70 años de la anterior-, ahora está en el aire. Y una última reflexión: sorprende que alguien del país más atrasado de Europa en cuanto a desarrollo económico eche mano de un moderno drone para generar un conflicto. Esto sí que es innovar, pero en el campo de las malas artes.